Crítica de cine: “Transcendence”

 Crítica de cine: “Transcendence”

Will Caster (Johnny Depp) es un científico que ha trabajado durante años para crear una máquina de inteligencia artificial autoconsciente,  con una capacidad mayor a la de cualquier ser humano en todo sentido. Caster es un hombre noble y sus intenciones son poner esta revolucionaria invención al servicio de la humanidad.

Durante una conferencia, en la cual explica los alcances de su trabajo, un grupo extremista que se opone al avance tecnológico intenta detenerlo y lo dejan moribundo. Con pocos días de vida por delante, Caster, con ayuda de su esposa Evelyn (Rebecca Hall) y su mejor amigo Max (Paul Bettany), intentarán que todo el conocimiento de Will (su conciencia e intelecto) sean preservados en la máquina. Como imaginarán la idea funciona, y de esta forma Will Caster se transforma en un ser prácticamente omnipresente (al estar conectado a internet) y con acceso a la mayor base de datos existente.

“Transcendence” es una cinta que trata una de las grandes interrogantes que asolarán a la humanidad dentro de poco: hasta dónde es bueno que una máquina sea inteligente y que consecuencias podría traer el desarrollo de esta tecnología.

Sin embargo el tema de fondo no es ese, sino el planteado desde el título de la película; la trascendencia del ser humano. Esto porque en definitiva, la trascendencia no tiene que ver solo con la sobrevivencia de Caster a través de una máquina, sino con el alcance que tiene su obra, o como esta repercute en los demás. Un concepto que va más allá de una película de ciencia ficción, pero que lamentablemente se va diluyendo a lo largo de esta historia.

A pesar de las buenas intenciones de la película, y un reparto de primer nivel, esta se cae en algunas incoherencias básicas, que no están relacionadas con la premisa, sino más bien con la credibilidad del filme en términos de guión y producción.

Wil Caster es un ser (¿un hombre o una máquina?) que acumula prácticamente todo el conocimiento humano, y que está presente en el planeta entero. Sin embargo, solo hay un pequeño grupo de agentes del FBI y un grupo terrorista formado por no más de 5 personas que quieren detenerlo. Esto sería coherente si el filme se hubiese planteado de otra forma, más íntima,  pero  en la cinta se habla de que el proyecto es conocido a nivel mundial a través de un video viral que corre por la web con la promesa de ayudar a la gente, y sin embargo nunca se ven más  de diez o quince personas. En otras palabras, el alcance del cual habla la película, la trascendencia de Will y sus increíble potencial no se condice con la puesta en escena, salvo tal vez en algunas secuencias con efectos digitales.

El otro punto flaco de la cinta es el protagonista. Johnny Depp es un actor conocido por su histrionismo, y su capacidad de crear personajes con marcada personalidad. Aquí sin embargo ocurre lo contrario. Claro, el protagonista interpreta a una máquina, pero en términos cinematográficos se puede hacer que esta tenga temperamento. Caster en cambio en un personaje de voz pausada (parece aburrido), que no provoca nada a nivel emocional, a pesar de su grandilocuente discurso y sus increíbles poderes.

Aún cuando estos factores le pesan negativamente a la cinta y la dejan al borde del naufragio, hay un par de consideraciones que logran salvarla y  es justo mencionarlos.

Por una parte, la ambigüedad con que se nos plantea el uso de una tecnología tan poderosa. Una ambigüedad que en este caso es beneficiosa; al inicio de la película nos queda claro que el personaje tiene buenas intenciones, pero cuando adquiere este poder, como es de suponer, quiere imponer sus reglas. La duda, con la que juega el director con relativa habilidad, es si  lo que propone esta súper computadora es lo correcto o no. Esto en términos narrativos es positivo, ya que es el factor que hace pensar al público y además mantiene el suspenso hasta el final de la película.

También el rol de la actriz Rebecca Hall, la esposa de Caster, es otro punto a favor de la película. Un personaje atractivo pos su fidelidad y entereza. Evelyn Caster a pesar de no ser una mujer tierna, se hace absolutamente querible, y es finalmente, la única que le agrega un poco del dramatismo necesario a una película que, como ya hemos indicado, es bastante plana.

Con “Trascendence” se hace realidad aquel dicho popular que reza “el que mucho abarca poco aprieta”. Nos quedamos con una buena premisa, algo de reflexión en algunos de los temas planteados y una bella dirección fotografía.

© Juan Carlos Berner

En Twitter: @jcbernerl

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