Crítica de cine: “Maze runner – Correr o morir”

 Crítica de cine: “Maze runner – Correr o morir”

Thomas (Dylan O’Brien) es un adolescente que despierta sin entender nada en una jaula que asciende desde el fondo de la tierra. No recuerda quién es y por qué está ahí. Ya en la superficie, la “Caja” con Thomas en su interior, es recibida por una colonia de jóvenes como él, en un misterioso claro rodeado por altos muros llamado el “Area”. Con el tiempo los habitantes, liderados por Alby (Aml Ameen) le explican que al igual que él nadie recuerda quienes eran ni los motivos por los cuales fueron abducidos. Lo único que saben es que una de las salidas da a un enmarañado laberinto que cambia cada noche y que es resguardado por violentas criaturas llamadas “penitentes”. Antes de la llegada de Thomas, los habitantes lograron sobrevivir durante años, gracias a una organizada micro-sociedad dividida según las habilidades de cada uno, siendo los más valorados los “corredores”, quienes durante el día se internan en el laberinto para tratar de encontrar alguna pista o quizás una posible salida. La situación cambiará radicalmente cuando la “Caja” se adelante y traiga consigo el anuncio de una última persona para el grupo, esta vez una chica, llamada Teresa (Kaya Scodelario).

Adaptación de “The Maze Runner” (“El corredor del laberinto” o “Correr o morir” en Hispanoamérica) primera novela de la trilogía de literatura juvenil de distopía y ciencia ficción escrita por James Dashner.

En cuanto a su forma, los referentes que asaltan al espectador son obvios: “El señor de las moscas”, “Los juegos del hambre” y “Lost”. Personalmente, este último era el que menos podía sacar de mi cabeza y divagaba con las versiones kids o teen de añejos programas de dibujos animados, como “Los Picapiedras kids”, “Muppet Babies”o “Tiny Toons”, es decir, los jóvenes podemos vivir las mismas aventuras de los adultos, bla, bla, bla. Mas seriamente, este “Lost Teen” debía encapsular algo más que un remedo de forma y esa promesa es la que mantiene en vilo durante todo el metraje de la película.

Sin haber leído los libros de Dashner, dejando volar la imaginación, la historia puede interpretarse como una analogía sobre los avatares de la vida misma: uno nace, es decir, “es traído a este mundo” que parece sin sentido y debe comenzar a elucubrar los Por qué, Quién, Para qué en una carrera contra el tiempo y una muerte que para todos es inminente. La vida es un laberinto y no sabemos qué hay más allá. Esa es una postura elucubrada de lectura, pero a la postre, quizás se trate de algo mucho mas simple.

La verdad nunca queda en claro de qué se trata la historia, lo innegable es que el ethos es la supervivencia y la lealtad ante situaciones límite. Gracias a sus buenas actuaciones, sobre todo en los secundarios como Thomas Brodie-Sangstier (Jojen Reed en “Game of Thrones”) quien interpreta a Newt, el amigo y guía de Thomas, o Will Poulter (“¿Quien *&$%! Son los Miller?”) quien interpreta a Gally, el antagonista dentro de la tribu, la película va siempre en buen carril de la entretención. Sin embargo, la rapidez con que se mueve amenaza con estrellarse contra un muro al final del camino. El final es frustrante y deja más preguntas que respuestas, no tanto para el relato ya vivido, sino para el sentido de la historia en general.

La literatura juvenil, muy de moda por estos años, ha sido una verdadera mina de oro para la industria del cine: desde J.K. Rowling con su “Harry Potter” (sin duda la más exitosa en términos económicos, quizás más que el mismísimo Tolkien, debido a cantidad más que calidad) la lista de adaptaciones cinematográficas es larga e incluye hits como los de Stephanie Meyer (“La saga crepúsculo”) o Suzanne Collins (“Los juegos del hambre”), pasando por éxitos moderados como la adaptación de Veronica Roth (“Divergente”) o Rick Riordan (“Percy Jackson”) o fracasos tronados como las adaptaciones de Cassandra Clare (“Cazadores de sombras”) o Richelle Mead (“Vampire Academy”).

En el caso de “Correr o morir”, es necesario añadir que si bien funciona como elemento de evasión, esconde muy bien o sencillamente no añade ningún sustrato evidente que permita ser destacado.  Sin embargo, el motor que hace soportable ver un simple relato de personajes que van de un punto A a un punto B,  es una premisa que la vuelve  mucho más interesante e intrigante que otros títulos, por lo que si bien no garantiza un mega éxito futuro, quizás sea posible ver en la gran pantalla su desarrollo y desenlace dentro de los próximos años.

© Hugo Díaz

En Twitter: @elhugo

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