Crítica de cine: “Morales, el reformador”. Idealista y fascista

 Crítica de cine: “Morales, el reformador”. Idealista y fascista

A todos nos ha dado rabia esa persona que bota basura o maltrata a su hijo en la calle. Pero rara vez intervenimos. Por vergüenza, miedo, apatía o porque nos hemos acostumbrado al individualismo. Yo mismo he tenido que contener varias veces mis ganas de poner en su lugar a los dueños de Cinetvymas, claramente menos capacitados que yo pero que no me tratan con el debido respeto. Pero Ulises Morales (Víctor Montero) exterioriza ese deseo que todos tenemos. Junto a su camarógrafo Ariel (Ricardo Cubillos), persigue y amenaza a los infractores, les muestra su pistola, los obliga a darle dinero y no los denuncia a la policía. Y encima, filma un documental de ello.

La propuesta, aunque basada en una película alemana, es novedosa, ya que a pesar de ser una película de vigilantes, no es un festival de combos y violencia como nos ha acostumbrado Estados Unidos, donde los justicieros acostumbran tomarse la justicia por su propia mano rompiendo cabezas. Morales es más sutil. Es, en cierta forma, un Quijote moderno, idealista y con un compañero simplón.

De hecho, en la única parte en la que Morales menciona la obra de Cervantes, es cuando consigue su propia Dulcinea, aunque la alusión implícita permanece a lo largo de toda la película. La química entre él y Ariel es bastante obvia, pues está claro que Morales es el idealista y Ariel el práctico, que quiere ganar dinero y no solo salvar al mundo. Y lo más interesante del personaje de Ulises Morales es que si bien uno podría catalogarlo fácilmente como fascista e intolerante, esgrime un discurso que roza el hippismo idealista, criticando a los medios, a los poderes políticos y económicos. Sin embargo, este discurso no logra plasmarse en su actividad diaria, que se limita a “reformar” a lanzas, pervertidos y ladrones de baja estrofa.

Como el Quijote, Morales no logra encajar en un mundo corrupto, sin valores, e individualista, y todos lo ven como un loco. Hombre de estudios, profesor de Educación Cívica, contrasta violentamente con la falta de estudios de Ariel. Pero como en el libro clásico, ambos personajes terminan contagiándose con un poquito de las características del otro.

La película es interesante, sin embargo, en ocasiones se queda en la comedia fácil y no alcanza a desarrollar todas las temáticas que plantea. Hay muchas situaciones que por la actuación y lo absurdo recuerdan a un sketch de Plan Z. Además, más de una escena termina siendo algo extraña, ya que resulta poco creíble que  Morales tenga tanta influencia, pues a pesar de su carisma y su pistola (En un lugar público), difícilmente un pedófilo, un hombre que orina en la piscina o una mujer que roba en un mall van a obedecer completamente a Ulises.

El filme podría haber profundizado más en los temas planteados, como el hecho de estar filmando todos los arrestos ciudadanos (Al final no pasa mucho con eso), la postura oficial del Gobierno frente al fenómeno mediático que se desencadena, o la reticencia ciudadana a ser “delatores”. En vez de eso, se enfoca en la vida personal de Ulises, sus rollos amorosos, y su asunción como héroe local.

A pesar de eso, el punto fuerte de la película es que, pese a estar basada en otra, logra encajar muy bien en nuestra realidad actual, y probablemente hará identificarse a más de uno que ha querido sacarle la cresta a un conductor ebrio o un gil que daña la vía pública, aunque claro, dudo que alguien quiera parecerse a Ulises Morales, ya que su personalidad es llevada al nivel caricaturesco, juzga a todo el mundo y termina siendo apestoso. Aunque claro, esa debe haber sido la intención del director y guionista Víctor Cubillos. El humor grotesco y negro en ocasiones es comparable a las cintas españolas de Alex de la Iglesia y Santiago Segura. De hecho, los colaboradores de Ulises podrían ser algo así como los ayudantes de Torrente.

Existen dos tipos de tarados: los que caen bien y dan risa, como Homero Simpson, y los que dan rabia y caen mal, algo así como Mr. Bean. Morales tiene un poco de ambos, lo que ocasiona en algunos momentos empatía y otras enojo.

La película se estrena este jueves 26, y es una alternativa simpática para quienes tengan ganas de ver cine chileno independiente con una temática que no se ha visto antes por acá. Quién sabe, podría suscitar algo de reflexión en la gente, para que salgamos de nuestra apatía y dejemos de vivir en el metro cuadrado. A veces, las cosas malas pasan porque uno no hace nada para evitarlas. Los robos, las violaciones, la corrupción, los críticos de cine encadenados en un sótano y alimentados a base de sobras ¡Que algún idealista venga a rescatarme, me obligan escribir y los dueños de la página no tardarán en llegar! ¡Y pegan fuerte!

© Felipe Tapia, el crítico que hará que vuelvas a creer.

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