Crítica de cine: “Mia madre”. Una metapelícula

 Crítica de cine: “Mia madre”. Una metapelícula

Marguerita (Marguerita Buy) no tiene descanso en su vida: Cuando no está haciendo de directora e intentando sacar a flote una película en la que actúa un pomposo bufón interpretado por John Turturro, debe comenzar a aceptar la inminente muerte de su madre. La columna vertebral de la cinta es ese sentimiento de estar abrumado, de sentirse sobrepasado por las múltiples cargas que ponen sobre nuestros hombros, y todo con una cuota de catarsis personal.

Porque el director de “Mia madre”, Nanni Moretti, encarna al hermano de la protagonista, y juntos deben hacerle frente al doloroso estado de su madre que yace en un hospital con su salud deteriorándose cada vez más. Moretti perdió a su madre hace poco en la vida real, y es por eso que esta película viene a ser una especie de expresión de su dolor personal a través de una obra personal y catártica.  Ambos hermanos no pueden evitar ser condescendientes con su querida madre, quien está harta de ser tratada como una niña. Irónicamente, Marguerita no muestra tanta condescendencia con su propia hija, quien está atravesando por una etapa difícil.

Uno de los mayores retos de una película que encierra dramas de esta envergadura, es poder colocar una cuota de humor que aliviane la pesada carga lacrimógena, y sin duda “Mia Madre” lo logra. Barry (John Turturro) es una estrella internacional que interpreta uno de los roles principales en la película que dirige Marguerita. Barry es fantoche, negligente, no sabe italiano, olvidadizo, y narcisista, y Marguerita debe morderse la lengua para controlar al irresponsable artista sin ofenderlo o que este se vaya. La película busca entregar un mensaje con un alto contenido social, mostrando una fábrica que debe reducir personal y enfrentar al evidente descontento de sus obreros. Al igual que el insensible jefe de la historia, el actor que lo interpreta, Barry, es igual de egocéntrico y poco empático, convirtiendo a “Mia madre” en una especie de Mamushka en la que Turturro es un reflejo del personaje que interpreta, y a su vez, Marguerita es una versión femenina de Moretti. Es decir, la realidad es reflejada en una película dentro de otra película.

El personaje de Marguerita debe mostrarse fuerte en todo momento: no puede mostrar debilidad en el a, ya que la situación se le itría de las manos. Su liderazgo se ve minado por Turturro, y al mismo tiempo, en lugar de volver a su casa para relajar la vena, Marguerita debe mostrarse igual de fuerte e invulnerable con su madre: fingir que todo está bien, subirle los ánimos a su hermano, y tratar de ser una madre exigente y cariñosa a la vez.

Lo notable del personaje no es cuando se muestra fuerte, sino cuando acaba cediendo ante la presión. Hay escenas en las que el director expresa todo su dolor personal a través de su personaje femenino: una escena en la que no encuentra una cuenta de la luz y acaba llorando, otra en la que se inunda la casa, retratan ese sentimiento inexpresable que todos hemos abrigado, cuando las cosas escapan a nuestro control, cuando todo parece estar en nuestra contra. Y la película transmite muy bien esa sensación.

“Mia madre” es una metapelícula de principio a fin: el proceso creativo se cuela a cada rato, con más presencia en las escenas en las que se está filmando la película. Marguerita explicita el conflicto suscitado al intentar entregar una historia con mensaje en un mundo que pide a gritos cine para entretenimiento. Continuamente, la directora le sugiere a los actores que no solo deben interpretar a su personaje, sino que colocarse a ellos mismos, como personas, a un lado de este, lo cual es exactamente justo lo que hace Moretti al interpretar al hermano de la protagonista, como un observador pasivo y secundario  de Marguerita, que también es una manifestación del director. La metáfora es ingeniosa  ala vez que obvia. Quizás al producir una película que es una catarsis de su dolor personal, quiso mostrarnos lo mucho que le afecta la pérdida del control en las cosas de su vida. En nuestras vidas siempre habrá eventos que no podremos evitar: la partida de un ser querido, la injusticia social como la de los obreros que serán despedidos, o los colegas incompetentes. No importa lo profesional que sea Marguerita, ella no puede hacer nada para cambiar el hecho de que Barry es un mediocre sobrevalorado. Y las escenas en las que ella pierde el control son sumamente bien logradas y conmovedoras.

Como conclusión, “Mia Madre” no es solo un experimento metanarrativo frío y sesudo, sino que viene acompañado por conmovedoras y emocionantes escenas que dan cuenta que Moretti no solo estuvo presente de manera literal a lo largo de la película, sino también en espíritu, exorcizando sus demonios personales y profesionales a través de la historia. Su objetivo era devolvernos la sensación de que el director no es más un obrero de la industria del entretenimiento, sino que es un autor que entrega a través de su arte una parte de sí mismo, como era antes de que el arte se convirtiera en un objeto de consumo.

Por Felipe tapia, quien también dejó un pedacito de sí mismo en esta crítica.

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