Crítica de cine: “Los Inmortales”, una película de aventuras sin aventuras

Me enoja colgarme del típico discursillo anti Hollywood, pero acá no me quedó más alternativa. No tengo nada contra la industria, pero cual proxenetas audiovisuales, han prostituido los clásicos literarios, los comics, las series clásicas y ahora la mitología. Ya en críticas anteriores he manifestado mi visceral repudio por ese hábito de justificar las malas películas con la excusa de que “entretienen”. También me entretiene ver a un tipo pisando una cáscara de plátano y sacándose la ñoña, y dura menos de dos horas. Pero no se engañe, “Los Inmortales” no es de esas mediocres películas con una mala historia pero que igual entretiene. No, “Los Inmortales” es una mediocre película con una mala historia y que no entretiene en absoluto.

Chicos, vamos, se supone que son expertos en bazofias digeribles para las masas. Si van a hacer una película basura, háganlo bien, por favor. Pertenecemos a la generación del videoclip, de lo inmediato, de mantener arriba de la montaña rusa al espectador. Recursos les sobran: pixeles, desnudos, explosiones, persecuciones, y un largo etcétera. A esforzarse más para la próxima. ¿O no se dan cuenta de que esta película quedará anidada en el inconsciente colectivo como la más aburrida por más de cuatro días? Así que ya saben, para la próxima superproducción en la otra semana, ténganlo en cuenta.

La historia es una versión llena de libertades acerca de los dioses griegos y el héroe Teseo, interpretado por Henry Cavill, a quien los dioses concedieron la gracia de poseer pectorales que ya quisieran las reinas del Festival de Viña y calugas que podían divisarse desde lo alto del Monte Olimpo, para que los dioses pudiesen percatarse de su presencia, además de pezones que podían destruir el martillo de Hefestos (O Vulcano). Teseo pertenece a la clase plebeya, pero sus habilidades como guerrero igualmente serán valoradas por sus superiores, y tras ser convenientemente motivado con el asesinato de su querida madre a manos de un sanguinario Hyperion (Mickey Rourke), deberá proteger a una sacerdotisa que conoce el paradero de un arco místico que puede liberar a los Titanes, los acérrimos enemigos de los dioses, encerrados durante eones en el monte Tártaro.

Los dioses siguen de cerca la aventura, y el mismísimo Zeus se encargará de asesinar a sus hijos y hermanos que osen interferir con el libre albedrío, ayudando al héroe y sus compañeros: la coqueta sacerdotisa, un monje sin lengua y un antihéroe que pone la nota cómica. Los dioses griegos se convertirán en los personajes peor aprovechados y más innecesarios de todo el panteón, y la emocionante aventura se diseminará en hechos inconexos y sin dirección aparente, logrando una masa informe de acontecimientos sin hilo conductor y que aburre hasta en los momentos más dramáticos (¿Hay momentos dramáticos? Mi salida de la ducha fue más emocionante).

De los productores de “300”, esta película es como una amalgama entre la adaptación del comic de Frank Miller y el remake de Furia de Titanes, dos campeones de la prostitución audiovisual, y se esmeran en combinar elementos como el exceso de torsos desnudos (Aunque esto lo defiendo a brazo partido ¿Por qué solo las mujeres deben desnudarse en las películas basura? Igualdad para todos) y efectos hiperbólicos. Y las libertades creativas en relación al mito, arruinan más que mejoran. Es increíble, porque la mitología griega tiene un potencial tan grande para desarrollar buenas historias, tragedias desgarradoras y épicas batallas. La historia me recuerda por momentos a la serie noventera de “Hércules”, y la pobre escenografía es repetida más veces que la ciudad de los Picapiedra.

Los Titanes parecen colgarse de la moda zombie que acecha hoy en día, y su trascendencia es equiparable a los patrulleros de los “Power Rangers”, son casi como malos de los videojuegos. Los dioses son vistos como democratacristianos incapaces de ponerse de acuerdo, y el héroe principal se dedica básicamente a meter la pata y a actuar sin ningún propósito creíble. Y ni siquiera está repleta de acción. En algunos momentos parece que quiere imitarse a esa moda pseudo gore de producciones como “Spartakus” o “Game of Thrones”, pero ni para eso le da. El final es un clímax absurdo y apurado, con una conclusión que debería ser ascendida al Monte Olimpo como el Supremo Dios de los Clichés, y en ningún momento suscita interés por la trama.

En fin, que quede como una clase magistral de cómo no debe hacerse una epopeya, y pasará a los anales de la historia como la película que… ¿De qué estaba escribiendo? Se me olvidó…Bah, seguro no era nada importante, ya me acordaré más ratito.

 

©Por el Genial Felipe Tapia

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2 Comments

  • gracias x la critica estuve a punto de ir a verla

  • es buenísima no le crean a este baboso!!!!!!!!!!!!!!! Mucho mejor que la basura de furia de titanes

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