Crítica de cine: “Godzilla”

 Crítica de cine: “Godzilla”

“Godzilla”, la reivindicación está hecha

El mítico monstruo japonés regresa a la pantalla en gloria y majestad. Y en grande. Quizás lo único rescatable en comparación con la anterior “Godzilla” americana (1998) sea el que fuere su eslogan: “El tamaño sí importa”.

Joe Brody (Bryan Cranston, Breaking Bad) es un químico americano que trabaja en una planta nuclear en Japón, donde extraños pulsos captan su atención. En paralelo, el doctor Ichiro Serizawa (Ken Watanabe, “El origen”, “Batman inicia”) está en Filipinas revisando una mina que acaba de socavar. Sin previo aviso, el desastre alcanza a Joe, provocándole trágicas consecuencias imposibles de olvidar. Quince años después, los pulsos se repiten y Joe junto a su hijo Ford Brody (Aaron Taylor-Johnson, “Kick Ass”) trata por todos los medios de alertar a las autoridades competentes de que el “accidente” de antaño puede volver a ocurrir. Este es el comienzo de eventualmente lleva a destrucciones de varias ciudades (en más de un continente), monstruos gigantes y gente en pánico.

Esta re-re-versión del lagarto mutante llega para instalarse como una de las mejores películas realizadas acerca del bicho radioactivo, y una de las más cercanas a su film original (“Gojira”, 1954, dirigida por Ishirô Honda).

Quizás, a diferencia de la mayoría de sus antecesoras, la película pone mucho énfasis en las historias de sus protagonistas, tanto o más que para la criatura misma. Incluso Bryan Cranston pone una cuota de duro dramatismo en una secuencia, la cual, necesaria o no, es parte de la carta de presentación del director para que sepamos como se viene la mano. Aparte de los mencionados, actúan también Elizabeth Olsen (“Martha Marcy May Marlene”, 2011) como la novia de Ford y la ganadora del Oscar en 1997 por “El paciente inglés”, Juliette Binoche, como la esposa de Joe.

Una vez que Godzilla ya es revelado del todo, se ve como un monstruo imponente, la mejor versión norteamericana que se podía haber hecho del kaiju japonés. Los detalles de la espalda (¿o debo decir lomo?), cuello y cabeza son notables. Luce un cuerpo un poco más grueso que sus antecesores, lo que provocó aireadas reacciones de sus fans en el mundo entero. Para mí, es lo de menos. El monstruo luce, camina y suena increíble, natural, mucho más que anteriores versiones de este clásico lagarto gigante.

La película es producida por Warner Brothers y Legendary Pictures, quienes adquirieron los derechos desde la mismísima Toho Co. dueña de la franquicia, y es dirigida por Gareth Edwards (“Monsters”, 2010).

Hagamos un poco de historia: ya visto que la primera aparición de Godzilla fue en un film japonés homónimo de 1954 (Gojira es el nombre de la criatura en lengua nipona), se han realizado treinta y dos películas del gigante marino, repartidas en veintiocho películas japonesas, la adaptación estadounidense de “Gojira” (“Godzilla: King of the Monsters!” de Ishirô Honda y Terry O. Morse, 1956), la adaptación estadounidense de “The Return of Godzilla” (1984) (“Godzilla 1985”, de R.J. Kiser y Toshi Hashimoto, 1985), el remake estadounidense de 1998 (“Godzilla” de Roland Emmerich) y ésta del 2014. Existen varias teorías acerca del nacimiento-creación-aparición de Godzilla, siendo dos de ellas las más aceptadas por la creencia popular: la primera –y más citada– indica que era un lagartito pequeño e inofensivo que se convirtió en mutante debido a la exposición a la radiación liberada por pruebas atómicas realizadas en alguna isla de Japón; la segunda teoría, indica que el monstruo representa, simbólicamente, las almas en pena de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki quienes fallecieron por las bombas atómicas lanzadas por los estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial (1945). Usted puede atesorar la que más le guste.

Godzilla es un símbolo de la cultura japonesa que ha traspasado fronteras, siendo imitado y citado en varios países del mundo. Como claro ejemplo, en Estados Unidos Hanna-Barbera hizo su propia versión de la criatura en dibujos animados (“The Godzilla Power Hour”, 1977), en donde también se creó el personaje humorístico Godzooky.

Godzilla posee video juegos basados en sus historias y cientos de comics publicados. En la música, su influencia no ha sido menor, de hecho la banda chilena Dorso tiene dos canciones dedicadas al gigante japonés; acerca de la banda francesa Gojira ya podemos adivinar que monstruo radioactivo inspiró su nombre. Acapara además, homenajes en decenas de películas y series de TV a lo largo del mundo, si hasta tiene su propia estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood, obtenida el 29 de noviembre de 2004. No está demás mencionar que King Kong no tiene una…

Una de las características más reconocibles del gigante es su rugido, el cual es el mismo que se ha utilizado desde hace 60 años. El famoso roar es marca registrada de Akira Ifukube (1914 – 2006), quien no tuvo problemas en contar que el extraño sonido lo hizo frotando un guante de cuero cubierto de resina sobre las cuerdas sueltas de un contrabajo.

Godzilla tiene poderes: el más significativo es el rayo –aparentemente calórico– que bota cual dragón echa fuego por la boca y que no tiene problemas en repartir a diestra y siniestra sobre todo lo que se cruce en su camino. Y digo “aparentemente” porque en esta nueva edición pareciera ser algo diferente. Otros dos poderes/armas que posee son los pulsos atómicos capaces de matar a un enemigo que se encuentre cerca y su propia cola, la cual usa con destreza para darse impulso y golpear a otros monstruos, entre otras ventajas.

¿Y sus enemigos? Pues claro que los tiene, y a lo largo de su filmografía se han ido repitiendo. Entre ellos están el mismísimo King Kong. En el filme de 1962 “King Kong vs Godzilla” (también dirigida por Ishirô Honda) había una gran expectación por saber cual de los colosos sería el ganador. Se especuló que en Japón se daba como vencedor a nuestro amigo verde y que había final alternativo para EE.UU. en donde se daba al Rey Kong como triunfador, pero lo cierto es que existe un solo final. ¿Quiere saber quien ganó? No le pienso contar, para que la vea.

Otros enemigos conocidos que le han hecho la vida imposible han sido Mothra, que es una polilla gigante, King Ghidorah y Zilla. Este último vendría a ser la versión norteamericana de Godzilla, protagonista del filme de 1998. De ese modo los japoneses aceptaron su existencia en el Universo Gojira, atribuyéndolo ahora como un enemigo del monstruo japonés.

Como dato anecdótico, existía preocupación por parte de la producción de la película en tener que tocar el tema de la radiación, debido al último accidente ocurrido en la Central Nuclear de Fukushima en marzo de 2011. Ya que el tema radiactivo es convenido como inherente en Godzilla, afortunadamente no hubo mayores problemas.

Personalmente lo pasé increíble con “Godzilla” (2014), las apariciones de los primeros monstruos me remontaron inmediatamente a mi época infante e inocente, en donde yo juraba de guata que el gigante efectivamente quemaba y destruía Tokio, y tenía a mi tía, insistiéndome, que todo se trataba de disfraces y maquetas. Nunca la perdoné.

No es necesario el 3D, la pueden disfrutar de igual forma en formato bidimensional y no se van a perder de nada. Quizás solo faltó la aparición de Ultraman en el filme, y con eso podría haber muerto ahí mismo, en la sala de cine, bajo el roar de mi monstruo querido.

©Daniel Bernal

En twitter: @BernalusTwit

Director: Gareth Edwards

Elenco: Aaron Taylor-Johnson, Bryan Cranston, Ken Watanabe, Elizabeth Olsen, Juliette Binoche, Sally Hawkins y David Strathairn

País: Estados Unidos | Japón

Duración: 123 minutos

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