Crítica de cine: “El derechazo”. Esclava del contexto
La política chilena ha llegado a un punto tan bajo y vergonzoso que ahora se ha vuelto tema para hacer comedias. Políticos que deberían inspirar respeto y admiración solo sirven para ser ridiculizados y caricaturizados. Por eso cuesta encarar con optimismo iniciativas como esta que sirven más como una explotación de la talla del momento que una ácida mirada al mundo de la política, como logró parcialmente “Stephan Vs. Kramer” (Ambas películas fueron dirigidas por Lalo Prieto).
Bruno (Diego Muñoz) es un documentalista quijotesco y fracasado que encuentra la oportunidad de su vida al presenciar, sin querer, una conversación clandestina entre Andrés Mallamand y Pablo Corteira, en la que reconocen haber bajado de su candidatura a Clarence Boubore a propósito, lo que da cuenta lo cochina y falsa que es la política chilensis.
Dispuesto a ir más allá y desenmascarar aún más la charada, Bruno comienza a investigar, codeándose con todo el Jet Set Político de Alianza y Concerta (Ah, perdón, Nueva Mayoría, se me olvidó que “Se renovaron”). Su investigación lo conducirá a las “Oficinas” de La Nueva Mayoría, una permanente fonda en la que están carreteando su ex mujer Carolina Tomá, el fanático religioso Claudio Borrego, Lagos Pebre, René Malinco, el marihuanero Pulvio, y Michelle. También conocerá a la gente del otro lado, como Hernán Fuji, Andrés Sandwich, Iván Monteira, los ya mencionados Corteira, Mallamand y Bouborne, y a la garabatera Evelyn Mattell.
Salvo por los nombres, la película es solo una sucesión de chistes obvios y mal pegados, sin hilo conductor, a diferencia de Kramer, que por lo menos se esforzaba en darle una narrativa a la película, que si bien no era la mejor de las historias, le daba un hilo conductor a los gags e interpretaciones, mil veces mejores que los de esta película, indudablemente hecha a la rápida, considerando que los eventos políticos referidos solo tienen un par de meses de antigüedad. No tengo nada en contra del entretenimiento barato y de consumo rápido, siempre y cuando esté bien hecho, pero este no es el caso. “Stephan vs. Kramer”, en cambio, sí logró llevar a cabo un producto poco ambicioso pero que cumplía lo prometido: hacer reír.
La película es un sketch de programa de tv, solo que más largo, se queda en el humor repetitivo y unidimensional, y si conoces una talla de un personaje, las conoces todas. Borrego se dedica toda la película a decir cosas religiosas, Caniulef a decir que es gay (Desempolvando todos los chistes repetidos de homosexuales, que hacen que Morandé con Compañía parezca una película de Hitchcock), Montetira a llorar a cada rato y decir que es leal y consecuente, Hernán Fiji a hablar con montañas, Michelle a decir “paso” por todo, todo ello intentando emular la química de los personajes de Stephan Vs. Kramer, sin mucho éxito. Los personajes son tan estereotipados, predecibles, unidimensionales y repetitivos que hacen que los habitantes de Springfield de Los Simpsons parezcan multifacéticos. Evelyn Mattel solo habla con chuchadas, René Malinco toma trago, y hasta ahí nomás llega la talla, lo que vuelve injustificable que el sketch se extienda a casi hora y media, cuando con 10 minutos bastaba (¡Y sobraba!).
Por todos estos motivos, cuesta tomarse en serio el seudo subtexto crítico que intentan colar en un par de ocasiones, ya que la historia es demasiado payasa para dar lugar ni al cuestionamiento serio ni a la ironía ácida. La pomposa campaña publicitaria le hace también un flaco favor, al intentar vender un producto políticamente incorrecto sin serlo ni por asomo. Incluso uno podría pensar que hay un subtexto oculto al no incluir a los candidatos que no pertenecen a ninguno de los dos bandos oficiales, como dándonos a entender que estos son los únicos políticos que existen.
La única parte entretenida es cuando Bruno debe infiltrarse en las juventudes UFI (Unión Facha Independiente) y terminan grabando un video de las 42 frases para votar por Corteira. Lo que no deja de ser triste, ya que la historia termina quedando encadenada irremediablemente al contexto del país y la época, haciendo imposible prolongar su trascendencia más allá de dos años o fuera de Chile. Aunque, considerando la calidad de la película, es mejor así. La película solo explota tallas del momento y es, a final de cuentas, un aprovechamiento de un fenómeno efímero para dar a luz un filme ídem.
Quizá, el único logro de este filme es confirmar la famosa premisa de que la realidad supera a la ficción, ya que si usted buscar reírse de políticos ridículos, es mejor ver a Sebastián Piñera, Evelyn Mathei o Franco Parisi, mucho mejores comediantes que los que aparecen en “El Derechazo”.
© Por Felipe Tapia, que amaneció hoy con el pie izquierdo, por eso escupe tantos sapos y culebras.
8 Comments
Sin duda es la peor película que he visto en toda mi vida.
La película más mala que he visto..
Que vergüenza de película, que falta de respeto a los espectadores que pagamos por último para ir a entretenernos, no da ni para eso . No entiendo como tantos actores chilenos de talla se hayan prestado para algo tan mediocre.Pobre,pobre,lo más bajo y decadente como producto.
Mala la película, pero me reí más y la encontré mejor que las películas de Nicolás López.
Por fin encontre donde descargar mi molestia.. que pelicula mas mala..el unico que me hizo reir fue el carnero atleta y espiritual jajaja..hacerme la idea de que mejoraria mientras avanzacev fue aun peor y cuando termino de sopeton menos entendiiiii
Que directores y creadores la hicieron por favor.
Malísima… lo único que me hizo reír fue un tipo de risa contagiosa sentado al lado mío.
Un asco, es como de esas películas que valen la pena ver por TV abierta, siempre y cuando en todos los demás canales están dando infomerciales del siglo pasado.
Muy mala la pelicula, los actores sin gracia, salvo Ramón Llao
La mejor película de la política chilena que se ha hecho. Felicitaciones al director. …..Además los hechos ahora a septiembre 2015, la hacen una película profética…