Crítica de cine: “El dador de recuerdos”
En un futuro cuya diferencia de años con la actualidad no se alcanza a dimensionar, Jonas –Brenton Thwaites (“Maléfica”, 2014)–es un muchacho normal como todos los de su edad y que está ad portas de recibir, de mano de la “Anciana Mayor”, la profesión que se le encomendará que haga por el resto de su vida. Esto es posible porque en el mundo en el cual viven es perfecto. La civilización que hoy todos conocemos, para ellos quedó literalmente en el olvido muchos años atrás. Hoy viven en pequeñas comunidades en donde la igualdad es el factor común: las viviendas son iguales, las ropas, bicicletas, artefactos, posibilidades, todo es igual, es una maqueta a gran escala. Es un mundo y una forma de vivir creadas para que no existan la competencia, la envidia, ni cualquier atisbo de las peores costumbres de la humanidad que ya no existe más. Pero no se concibe el mal sin el bien, por lo que tampoco existen la felicidad, la compañía, el roce humano… menos hablar del amor.
De la afamada novela “The Giver” escrita por Lois Lowry, llega esta adaptación del director Phillip Noyce (“Juego de patriotas” (1992), “El coleccionista de huesos” (1999)) quien sabe plasmar convincentemente la visión desde los ojos de su protagonista y que se transforman en los ojos del espectador también. Un mundo en blanco y negro, donde todo es igual, sin emociones, y en el que Jonas destaca por su habilidad de “ver un poco más allá” de la realidad. Será “El dador” (y de ahí el nombre del libro y película) interpretado por un correcto Jeff Bridges (“Los fabulosos Baker Boys” (1989), “El gran Lebowski” (1998)) quien es el único humano viviente que posee “recuerdos” de la humanidad anterior. La idea es traspasar este conocimiento a Jonas para que pueda guiar a los nuevos humanos cuando se encuentren ante difíciles dilemas sin respuestas. “El dador” vive al borde del anillo en el que limita la comunidad, y es ahí donde entregará a nuestro protagonista recuerdos de vivencias pasadas. Con ello, Jonas conocerá colores, sensaciones y emociones. Se dará cuenta que está enamorado de su mejor amiga Fiona –Odeya Rush, “La extraña vida de Timothy Green” (2012)– y que la vida no es tan perfecta como todos creen.
El rol de la “Anciana Mayor” (Chief Elder, un juego de palabras en inglés) es interpretado por la siempre perfecta Meryl Streep (ganadora de 3 premios Oscar por las películas “Kramer vs Kramer” (1980), “La decisión de Sophie” (1983) y “La dama de hierro” (2012)), quien ante la comunidad se muestra gentil y sobreprotectora, pero quien en realidad tiene un corazón frío y calculador y que hará cualquier cosa por mantener el equilibrio.
No es difícil darse cuenta que en la última década las películas protagonizadas por jóvenes han dado un giro en su temática y, por ende, en su público objetivo. Si bien las primeras historias eran siempre las mismas, adolescentes que esparcían sus hormonas por doquier y eran despedazados por un asesino con máscara, o bien, las eternas competencias de las fraternidades universitarias gringas en donde los populares eran derrotados por los nerds, el giro va de la mano de filmes más inteligentes, muchos basados en libros populares, otros originales y que han tenido bastante éxito a nivel mundial, donde Chile no ha sido la excepción. Sagas como “Narnia”, “Harry Potter”, “Los juegos del hambre” y “Crepúsculo”, cada una en su temática y solo por nombrar algunas, han sido leídos durante años por niños y adolescentes. No era de extrañar, entonces, anticipar un éxito similar en la pantalla grande. Talento juvenil siempre ha existido, incluso en películas de terror (¿Sabía Ud. que la primera aparición de Johnny Depp en una película fue en “Pesadilla” de 1984? Sí, la de Freddy Krueger), por lo que la apuesta de las grandes industrias dio frutos (y millones) rápidamente. En el caso de “El dador de recuerdos”, ésta no entra en ninguna categoría que podamos reconocer de las antes expuestas, sino que roza más bien en historias que se caracterizan porque la misión y la única opción es privar a las personas de emociones (“Equilibrium”, 2002), donde el contacto físico no está permitido (“Divergente”, 2014) y donde toda la sociedad debe ser igualitaria y sin matices (“Fahrenheit 451”, 1966).
No he tenido la suerte de leer el libro como para hacer una comparación página a página e imagen a imagen, pero el filme es muy entretenido de ver. No se encasilla como película para adolescentes, al contrario, el público adulto será el que más la disfrutará haciendo las comparaciones de rigor. Quizás lo más sustancial es el potente mensaje que deja al espectador pensando en lo importante que es valorar nuestro mundo tal como es, incluyendo tanto las cosas buenas como las malas. Elementos y bondades como la música, el baile y el mismo amor ya no las apreciamos porque hemos aprendido a convivir con ellas, pero aterrizarlas para poder valorarlas, créanme que es otra cosa.
©Daniel Bernal
En twitter: @BernalusTwit
2 Comments
Holas! No se si lo tienen por ahí pero falta una ficha técnica de las películas, así es más cómoda la info.
Gracias! Gran página!
la película es excelente, entretiene y no se encasilla en escenas cursis o sin sentido alguno…
de hecho el romance es muy pequeño, creo que solo es utilizado para demostrar el punto de “las emociones”