Crítica de cine: “Anónimo”: Shakespeare nunca lo hizo

¿Y si en realidad no llegamos a la Luna? ¿Y si Don Francisco murió en el terremoto del ‘85 y el actual es un robot? ¿Y si la Coca Cola es en realidad Pepsi y la Pepsi es Coca Cola? ¿Y si el color verde es en realidad un invento de Ronald Reagan? El imaginario conspiratorio actual es ilimitado. Naomi Klein, Michael Moore y otros personajes nos han sugerido variopintas conspiraciones que dejan claro que los tipos de arriba nos han mentido más de una vez. Y si algunas son bien ciertas, otras son paranoicas. De esa fuente, era que no, están bebiendo muchas de las producciones actuales. “Anónimo” nos plantea la posibilidad de que Shakespeare, el maestro de la literatura inglesa por excelencia, el sinónimo de maestría artística en su máximo nivel, la aspiración de todo escritor, el orgullo de los londinenses con su teatrito,  fue en realidad un fraude, un oportunista sin talento.

La película “Anónimo”, en el original “Anonymous”, del popular Roland Emmerich, nos trae a colación ese movimiento ciber subversivo tan de moda actualmente, y que han metido ruido todo el 2011 y lo que lleva este 2012 a causa del polémico cierre de Megaupload y la Ley SOPA. Sin embargo “Anonymous” trata de otro tipo de autoría: las obras de un enigmático Shakespeare de cuya vida se tienen muy pocos registros históricos, y a quien se le ha sugerido como un personaje ficticio resultante de la creación colectiva de varios autores, entre ellos Francis Bacon (El filósofo, no el pintor, ojo).

La película tiene una lectura política más que clara: Tales obras maestras no pudieron haber sido escritas por un plebeyo sin estudios, por lo tanto, tienen que provenir de un miembro de la nobleza.  El cerebro tras Romeo y Julieta, Otelo y MacBeth es en realidad un conde venido a menos, el Conde de Oxford, que en su juventud fue profesor de esgrima y tuvo amoríos con la Reina Elizabeth, y para el que escribir poesía y teatro era como para uno dibujar monos de palitos.

Como su posición política se vería comprometida si escribiese obras que cuestionan la rectitud moral de la clase noble, recurre a un pomposo y analfabeto actor de tercera que ve aquí la oportunidad de su vida para escalar vertiginosamente la escala social e intelectual, saltándose todos los peldaños tradicionales. Por supuesto, El nombre de este oportunista es William Shakespeare, quien no escatima para beneficiarse todo lo posible de este fraude y chantajea a medio mundo para que le sigan dando dinero y costeando sus caprichos, si no quiere que los eche al agua.

Cuesta mucho ver una película del director de “El Día de La Independencia” y “2012” sin el prejuicio de que se está a punto de ver una basura tóxica de dos horas y diez minutos. Sin embargo, la historia sorprende alejándose de las anteriores películas de desastres para bajar a una escala más humana y contada con flashbacks que la hacen bastante entretenida sin tener que recurrir a explosiones o edificios destruidos.

Otra cosa que se agradece es que con una historia ambientada en esa época no se recurra al manoseado steampunk y se introduzca un anacronismo repelente como un robot que funciona a vapor o alguna pelotudez de esas de ahora que no tienen otro fin que atraer a la fanaticada más bobalicona. ¿Qué dices? ¿Qué te gusta el steampunk?  Aaah, por supuesto, es un gran género.

El filme ha sido fuertemente criticado por los detractores de la delirante teoría, sin embargo, la película no es sino una excusa para contar una historia sobre algo que pudo o no haber pasado, no se está afirmando nada, solo se está imaginando una versión distinta de los que fue Shakespeare, y se aprovecha, como quien no quiere la cosa, de cuestionar la política de la época, las tradiciones casamenteras, los enredos románticos, la desigualdad de clase, la excesiva preocupación por mantener las apariencias y el status, los intereses políticos detrás de las alianzas entre países y entregar un sólido mensaje acerca de lo difícil que es surgir como artista, y que muchas veces los laureles son recibidos por charlatanes y los verdaderamente talentosos deben sufrir el desprecio y el anonimato de un público que adora a los rock stars. Podría haberse usado a Shakespeare, a Miguel Ángel o a Dostoievski, pero ya que la teoría conspiratoria ya existía ¿Por qué no aprovecharla? El problema es que muchos confunden a Emmerich con Michael Moore o Salfate.

Quizá la película peque de obvia en muchos momentos, y el contraste entre oportunista chanta y genio incomprendido es demasiado notorio, lo que quizá le resta credibilidad a la simpática hipótesis, que nos deja en claro de parte de quién está en todo momento el autor de la historia. La reina Elizabeth es vista como una colegiala ingenua y despistada que se abre de piernas al escuchar un par de versitos. Ojalá la cosa fuese así. El mismo William Shakespeare es demasiado caricaturesco, se le muestra como borracho y fanático de las prostitutas, como si el fraude fuera de la mano siempre con la promiscuidad y el vicio. A lo más Ronald Reagan en los 80. Además cuesta creer que un pueblerino tontorrón manipule y se pasee a un montón de nobles que disponen de montones de recursos para acallarlo. Podrían haberlo amenazado de muerte si no seguía manteniendo la boca cerrada acerca de quién escribió las obras, por ejemplo.

No será la mejor historia sobre el escritor, pero quizá la mejor del director, y es una película que vale la pena ver, al menos para cuestionarse algunas cosas que estamos acostumbrados a creer a pies juntillas. Nadie puede decir que lo que plantea la película sea verdad, pero tampoco nadie puede decir que sea mentira.

© Por el Geniel Felipe Tapia

En Twitter: @janquing

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3 Comments

  • Buena pelicula, entretenida en verdad. Interesante recreacion de la teoria oxfordiana acerca del origen del trabajo de will shakespeare. Cabe destacar la “reivincidacion” del director, recordando antiguos fiascos cinematograficos (2012).

    Saludos

  • interesante critica, pero vos que sos alguien que te debes interesar en esos temas deberas de tener mas cuidado con esa falacia cometida en la ultima frase.

  • […] “Anónimo“: De lo mejorcito del director, no le da para ser catalogada como película de época. […]

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