Crítica a “Nightflyers”: Clases de cómo hacer mal las cosas
No, señores, las gallinas de los huevos de oro no existen. ¿O no recuerdan a “Dragonball Super”? No puedes simplemente coger una obra aleatoria de George R.R. Martin y esperar que se convierta en la nueva “Game of Thrones” por arte de magia. Si SyFy esperaba llenar el vacío que dejará la famosa saga de fantasía este año, se equivocó 100%. Y si esperaba aprovechar el boom de adaptar sagas de ciencia ficcción o películas viejas como “Westworld”, “The Handmaid’s Tale” o “The Man in the Highcastle”, pues que esto haya sido una lección de que la cosa no es tan papa.
Inspirada en una novela corta de George R.R. Martin, “Nightflyers” narra las aventuras de la tripulación de una nave con el nombre de la serie, en la que se mezclan sucesos como una inteligencia incorpórea que amenaza a los pasajeros, telépatas con potencial para matar a sus víctimas, la búsqueda de extraterrestres que pueden solucionar gran parte de los problemas de la humanidad, entre otros. El exceso de elementos, a diferencia de “Game of Thrones”, acá jugó en contra. Si en las aventuras de los Stark podían coexistir zombies, dragones, niños que poseen animales, conflictos por el trono, incesto, enanos, eunucos, lobos salvajes, bodas arregladas, prostitutas, brujas y pociones, fue porque se hizo bien, tomándose el tiempo necesario para desarrollar cada personaje y subtrama a lo largo de varias temporadas, no tirando todo a la parrilla de una.
Y eso no es todo, porque Syfy contaba con la colaboración de Netflix, el Ministerio de Cultura de Irlanda y el Irish Film Board. Había naves, telépatas, buenas referencias del creador, todo lo necesario para el triunfo ¿Qué diantres pasó? Pasó que se farrearon una buena oportunidad.
Confieso que cuando la vi, mi impresión fue “Vamos, Tapia, no seas tan duro, la serie tiene sus errores, pero no puedes esperar que sea como “Game of Thrones”. Vamos a darle algo más de tiempo. Los buenos vinos deben reposarse, y hasta los porotos del segundo día saben mejor que el primero”. Pero la indulgencia tiene un límite, y créanme que no disfruto hacer esto, siempre es doloroso chaquetear una serie de ciencia ficción, sobre todo si tenía potencial. Habría sido un error pedirle ser la nueva “Game of Thrones”, más bien esperaba que fuese algo como “The Expanse” (chequeteeetoo leeendo inocenteee poobre). Pero ni para eso le alcanzó.
No digo que Rotten Tomatoes sea la verdad absoluta, pero le dedicó 33%. Por no mencionar la baja de espectadores, los que no superaron los 420.000, alrededor de dos tercios de los que tuvo en su estreno.
En 1987 se produjo una modesta película del mismo libro, que si no llegó a ser una obra de arte, en hora y media contó mucho más que esta serie, dotando a la historia de un tinte más terrorífico, en el que se mostraba a una entidad a bordo de la nave, de la que los tripulantes no podían escapar. Sí, algo así como “Alien”. Syfy prefirió llenar la historia de secundarios odiables, subtramas erráticas e innecesarias y momentos que no aportaban nada al desarrollo de la historia, la que se va desinflando a lo largo de sus diez episodios. Algo así como la séptima temporada de “The Walking Dead”, solo que acá era la primera. Al menos, la película se mantuvo fiel al concepto de “Terror Espacial”.
Solo puedo decir que de estas experiencias se debe aprender. Los fracasos pueden enseñarnos mucho. Pero somos una cultura que evita el fracaso, en lugar de verlo como una oportunidad para crecer. Nadie triunfó a la primera. Vale, Syfy lleva varias chambonadas en su currículum, pero esta vez fracasaron con un producto que era prácticament sandía calada. Dile a cualquier fan de “Game of Thrones” que hay otra serie basada en el mismo autor y correrán a verla, aunque no sea una obra maestra. Ni siquiera necesitas estándares tan altos. Pero claramente, eso en la práctica no fue suficiente. Si alguna vez quieren adaptar de nuevo una obra exitosa, procuren no confiarse.
Por Felipe Tapia, el crítico por el que nuestros abuelos murieron durante la guerra