Crítica a “Merlí: Sapere Aude”. Atrévete a verla
El final de “Merlí” en su tercera temporada se hizo a tiempo y sabiamente, en lugar de lo que hacen la mayoría de las series exitosas que se alargan hasta bajar su calidad. También cerró de una forma en que era imposible que alguien se sintiera tentado a resucitarla (de un modo que no explicaré para no dar spoilers). Pero por otro lado, al fan hay que tenerlo contentito y hay que ganarse los porotos, por eso es que se creó este spin off, en el que el creador Héctor Lozano retoma algunos de los elementos de la serie original pero con la suficiente innovación para que no se trate de lo mismo.
En primer lugar, también se trata de filosofía, pero acá cada episodio no tiene un nombre de filósofos sino que los diferentes problemas éticos y humanos son abordados con más libertad, enfocándose más en los personajes, quienes ahora son adultos jóvenes en lugar de adolescentes, y tienen una mirada más madura acerca de la vida, el cómo ser una persona íntegra y qué decisiones son las correctas para tomar. Sus problemas ya no son los que tenían Gerard o Joan en “Merlí”, sino otros más reales, como no tener dinero para pagar la educación o perder la custodia de la hija. Se acabaron los juegos, ahora la cosa va en serio.
En segundo lugar, en esta ocasión la serie no pone como foco al profesor sino al alumno. El protagonista es Pol Rubio (Carlos Cuevas), quien entra a estudiar filosofía (Primero de su familia en lograr tal hazaña) y conoce a un nuevo grupo de amigos. Se retomarán elementos de la serie madre, pero desarrollados con mayor profundidad acá, como su bisexualidad latente, la relación con su padre o los problemas económicos por los que atraviesa. Pero ojo, que aunque en esta nueva serie Pol tendrá otros intereses románticos, todos sabemos con quién se quedará al final. Al menos, los que vimos el último episodio de la primera serie.
Producida por la plataforma Movistar y de ocho capítulos, “Merlí. Sapere Aude” (Atrévete a saber) tiene solo el nombre de Merlí, y de los personajes antiguos solo saldrán Pol, la Calduch, Bruno, el padre de Pol y la profesora Gloria, con la que este último tiene una relación (Esto sí fue algo forzado, dado que la historia transcurre tres meses después de lo sucedido en la original). Pero no se angustien, que el resto, pese a que algunos son mencionados, no se echan en falta. Uno de los mayores desafíos consistía en que los nuevos estuvieran a la altura de los viejos y para mí dan el ancho. Rai, Minerva, Oti y Biel son bastante interesantes y se logra una buena química entre los cinco, cada uno tiene una personalidad definida y como era de esperarse, se formarán los líos amorosos propios de jóvenes de primer año. Tan solo recordemos nuestro primer año de universidad, las orgías interminables, la ruptura de tabúes, la apertura de mundo, las múltiples aventuras amorosas que las películas me dijeron que tendría pero solo existieron en mi imaginación.
Sin duda el personaje que la tenía más difícil pero que acabó cumpliendo es la profesora Bolaño (María Pujalte), quien viene a llenar el hueco como la nueva mentora de Pol. Irreverente, deslenguada pero al mismo tiempo apasionada, me atrevería a decir que sus clases, a diferencia de las de Merlí, sí son rupturistas e innovadoras. En lo personal nunca me pareció que las clases del peladito fuesen tan fuera de lo convencional como se decía con insistencia en la serie original, más bien eran expositivas y planas, en las que solía resumir el pensamiento del filósofo que daba título al episodio. En esta oportunidad la Bolaño rompe las reglas, pone en aprietos a sus estudiantes y usa métodos más participativos e inductivos que deductivos. El ejercicio de las carpetas fue bastante notable. Además, la profesora tiene sus propios problemas y flaquezas que se irán mostrando conforme avanza la historia.
La nueva serie de Lozano también toca temas atinentes a la realidad contemporánea, como los estallidos sociales, la lucha por la educación pública, Donald Trump, los salarios de los profesores o la brecha social. Temas universales que no importa si estás en Barcelona, Chile o Tasmania, nunca pasarán de moda (Por desgracia, lo mejor que podría pasarnos sería que dejaran de ser preocupaciones en algún momento de la historia).
Resumiendo, “Merlí: Sapere Aude” es un acierto y una manera acertada de traer de vuelta al universo de nuestros catalanes favoritos, esforzándose en crear nuevas historias y personajes en lugar de tapar a la audiencia con fan service, que habría sido el camino más fácil. Solo esperemos que no la alarguen demasiado y sepa retirarse a tiempo al igual que “Merlí”. “Star Wars”, “Terminator” y otras franquicias nos han mostrado que los universos expandidos acostumbran vender el alma a las grandes corporaciones. Nadie quiere en el futuro una serie sobre el club nocturno que abre Oliver, las aventuras de Iván por el mundo, la vida en pareja de Marc y Tania o las divertidas peripecias del hijo de Oksana en el colegio. De momento, los ocho capítulos se sintieron dinámicos, entretenidos y bien narrados, y como indica su nombre, dan ganas de atreverse a saber más. Espero la segunda temporada. En una de esas, aparece Merlina.
Por Felipe Tapia, el crítico responsable de que el sol salga por oriente y se ponga por occidente