Comentario de teatro: “Palo rosa”
La obra Palo Rosa en el Teatro UC (en plena Plaza Ñuñoa, para los que no se ubican), cuya autoría pertenece a Juan Andrés Rivera, conocido también por la compañía teatral “Los contadores auditores”, es uno de los frutos de los talleres internacionales de dramaturgia que estuvieron a cargo del Royal Court Theatre of London, realizados entre 2012 y 2013. Catalogada como comedia negra, la pieza es dirigida por la cofundadora de la compañía de teatro La María, Alexandra Von Hummel, y su elenco incluye a los actores Carolina Jullian, Alejandra Oviedo, Nicole Sazo, Mario Avillo y Felipe Gómez.
La obra cuenta la historia de Adrián, un adolescente de 14 años que vive en un aislado pueblo sureño con su abuela. En medio de una sociedad cerrada, retrógrada y tradicionalista, el conflicto emerge con la orientación sexual que este joven va adquiriendo y cómo su entorno tratará de negar esto e incluso influir para cambiarlo. En este contexto, la abuela y su vecina inventarán más de algún artilugio para tratar de “mejorar” al muchacho de su “enfermedad”.
Personalmente, lo mío es el cine, las series de TV y algo de stand up. Por esa misma razón, estaba entusiasmadísima con la idea de ir a ver una obra de teatro, sin embargo, empecé a notar un problema: Si el lenguaje corporal, verbal o la forma de interpretar de los actores no te transporta hacia la escena que están desarrollando, algo anda muy mal. Es sabido que la actuación teatral puede ser más recargada que la de otros formatos, pero en el caso de esta puesta en escena de Palo Rosa, considero que se ha exacerbado.
La historia, por otra parte, aborda la realidad de la discriminación y la homosexualidad en Chile desde puntos de vista que no son nuevos. Es decir, el adolescente que se está dando cuenta que es gay y no sabe si contarlo o no, que teme a la discriminación; la familia que no lo acepta, que lo trata de cambiar; el hostigamiento en el colegio por parte de los pares, etcétera. Es decir ¿Cuál es el objetivo aquí? ¿Cuál es la nueva mirada que van a aportar? Está bien. Estamos sumamente atrasados en el país en cuanto a la aceptación de todo aquello que arbitrariamente nos parece diferente, pero creo que retratar estas realidades una y otra vez a partir de los mismos lugares comunes de siempre no contribuye. Abordar la homosexualidad desde la discriminación, como lo hace Palo Rosa, es más de lo mismo
¿Por qué no construir una historia abordando este tema como algo natural? Quizás escribir sobre cualquier otro conflicto, pero de pronto ¡oh! El o la protagonista es gay y otro personaje también lo es y luego el siguiente no, etcétera. Porque así es la vida, natural, un espacio donde hay de todo, donde te encuentras con un mar no de minorías, sino de diversidad. Porque seguir tratando aquello que nos enseñaron que es diferente de lo otro que nos enseñaron que es lo normal como una entidad aislada y minoritaria, es una forma de negar su existencia, es continuar situando en una posición de desventaja lo que tendría que ser igual, lo que tendría que tener las mismas oportunidades de existir.
En última instancia, si vamos a recurrir a lugares comunes para retratar una determinada realidad, que es válido porque nadie va a volver a inventar el hilo negro y, como sabemos, todo texto remite a otro texto, démosle por lo menos un giro, una pequeña renovación. Una obra de teatro, una película o un libro, están buenos cuando te sacan de lo que es conocido para ti, cuando capaces de mostrarte un punto de vista que no habías considerado y te dejan pensando. Para eso, el elemento sorpresa y la identificación con al menos uno de los personajes, es fundamental y creo que esto en Palo Rosa no ocurre, en parte, debido a que la dirección presenta falencias que tienen que ver con el trabajo y desarrollo de profundidad de los personajes, falta una mayor guía hacia los actores. No es que se los vea perdidos, pero podrían haber logrado más con una dirección más crítica. La sensación que queda es como si la obra nunca hubiese sido vista desde fuera bajo esa perspectiva.
© Alejandra López