“Alicia en el país de las maravillas”: comentario de cine
Pocos directores estarían tan calificados para hacer una buena versión de “Alicia en el país de las maravillas” como Tim Burton. Esto porque la alucinógena historia escrita hace más de 145 años por Lewis Carroll está llena de personajes extraños, locos, inadaptados y multicolores, algo que requiere de la visión de un realizador como Burton, que ha demostrado en su filmografía una extraordinaria creatividad y un desarrollado sentido de lo estético, algo que se ha transformado en una marca registrada de este genial director norteamericano.
Tal vez sería interesante también una revisión del cuento de Carroll a través de los ojos de un director como Terry Gilliam, o los hermanos Wachowski, pero en honor a la verdad, las últimas películas de estos directores han sido más bien decepciones que aciertos, y en ese sentido fue correcta la decisión de Disney de contratar a Burton para hacerse cargo de este esperado proyecto, que llega a Chile con más de dos meses de retraso respecto al resto del mundo (debido al terremoto que nos afectó en febrero).
La historia de “Alicia en el país de las maravillas” versión 2010 es una revisión del clásico de Carroll, con un guión escrito por Linda Woolverton (“El rey león”) y cuenta lo que le sucede a Alicia (Mia Wasikowska) cuando vuelve al país de las maravillas 13 años después de su primera incursión. Alicia ya no es una niña, es una joven en un mundo aristócrata inglés y está a punto de casarse, por obligación, con un noble que ella no ama. Este agregado en la trama es una recogida de guante por parte de Woolverton a la obra de Carroll, quien era un ácido crítico de algunas de las costumbres de la Inglaterra de su época, y en especial de la política. La joven Alicia no tiene el más mínimo interés por el mundo que la rodea, y está mucho más preocupada por lo que ella cree son sueños, en realidad recuerdos de su primera visita al país de las maravillas. Huyendo del hombre que ha pedido su mano, Alicia sigue al conejo blanco y nuevamente ingresa a este fantástico mundo en el cual sus primeros pasos son casi calcados a la obra original. Todo empieza a cambiar cuando se encuentra con la oruga azul, que le habla de una especie de profecía en la cual Alicia debe derrotar al monstruoso dragón Jabberwocky, aliado de la Reina Roja (Helena Bonham Carter). A partir de ahí la nueva versión cobra vida propia y los acontecimientos siguen un rumbo distinto al de la obra literaria.
El gran problema de “Alicia…” es que en ningún momento llega a una instancia de tensión real, no logra una emoción definitiva, debido principalmente a que la Reina Roja, “la mala del cuento”, es una antagonista de cartón, tanto o más que las cartas de naipe a las que gobierna. Por esta misma razón en ningún momento ni Alicia ni sus amigos corren verdadero peligro, y el clímax de la película es bastante plano y predecible. Esto no quita que el personaje de Helena Boham Carter esté bien hecho y en varias ocasiones saca más de una carcajada del público. El “problema” es que la guionista se la jugó por hacer una antagonista más bien graciosa que malvada.
A favor de la película juega en cambio que Burton logra personajes bastante queribles, y conjuga de manera impecable su tradicional estética (sobre todo se nota esto en los árboles del bosque) con los cánones impuestos por Disney. Johny Depp por su parte una vez más cumple con una actuación más que destacada, y la hermosísima Mia Wasikowska interpreta a una Alicia encantadora, con la cual niños y adultos se van a encariñar.
Otra cosa positiva, y que la diferencia de la mayoría de las películas que ha llegado en el último tiempo, es que en esta el 3D sí hace una diferencia. En varias escenas se logra una verdadera sensación de profundidad y en otras algunos elementos “casi” se salen de la pantalla. Todo lo anterior hace que la experiencia 3D sea bastante cercana a lo que la publicidad de esta tecnología promete: sumergir al espectador en la película.
“Alicia en el país de las maravillas” versión Tim Burton es una buena película, pero con un poco más de intensidad y emoción en las escenas claves, lo que finalmente uno busca en el cine, hubiese sido una película extraordinaria. Para la próxima.
Por JC Berner