“Transformers: el lado oscuro de la Luna”

La tercera parte de Transformers comienza con una premisa interesante. Las misiones Apolo, que llevaron al hombre a la Luna en varias ocasiones, tuvieron en realidad un objetivo distinto al por todos conocidos, y que ha permanecido oculto hasta ahora: una extraña nave aterrizó en los años 60 en nuestro satélite natural, lo que confirmaría la presencia de vida extraterrestre inteligente. El gobierno de Estados Unidos envió entonces varias misiones tripuladas, con el fin de investigar el que podría ser el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad.

Hasta aquí, parecía que por fin Michael Bay y su equipo habían encontrado el rumbo y “Transformers 3″ sería una película más trascendente y con una historia más redonda e inteligente que las anteriores. Sin embargo, después esta introducción con la aventura del hombre en la Luna, en la que se ocupó material de archivo con tomas reales de lo sucedido en julio del 69 (estilo Forrest Gump), el filme retoma la senda de sus entregas anteriores, y se transforma (por tercera vez) en una seguidilla de enormes batallas entre robots y algunos humanos, y de chistes graciosos pero burdos, donde aparecen varios personajes que pasan la raya de lo absurdo y que a la larga, terminan por caer mal. Entre estos, el personaje de John Malkovich, en la que probablemente es la actuación más ridícula en la carrera de este gran actor. ¿Cuánto te habrán pagado John para que te atrevieras a hacer este papel?

Por otra parte, la incorporación al elenco de la (muy) bella Rosie Huntington-Whiteley tampoco aporta nada nuevo a la saga; ella es una versión rubia de Megan Fox y nada más. Sí hasta cierto punto, el rol de Frances McDormand que al menos al principio, aparece como una fiera antagonista del desafortunado Sam (Shia LaBeuf), aunque con el paso de los minutos cae en la misma lógica del resto de los personajes del filme. El único que sí es verdaderamente una contribución a la historia es  Sentinel Prime (con la voz del maestro Leonard Nimoy), robot antecesor a Optimus que estuvo durante años varado en el lado oscuro de la Luna. La historia de Sentinel, da algunos giros interesantes a la trama (los únicos), ya que por primera vez el gran jefe azul y rojo de los autobots ve amenazado su liderazgo por un antiguo maestro.

Lo otro positivo del filme, esta vez en términos estéticos, es que por fin las batallas de los robots se pueden apreciar; ya no es un entrelazado de fierros donde no se entiende nada, sino que ahora sí los robots tienen una estructura definida que permite, al menos saber cual robot le pega a cual. Incluso hay secuencias en cámara lenta notables, donde se ve durante algunos segundos, cómo se convierten en vehículos estos robots alienígenas.

Mucho más no vale la pena comentar, además de que Transformers sigue siendo una gran apología  a la violencia y al militarismo, algo normal en un país como Estados Unidos que siempre está en guerra con alguna otra nación, cosa que a los norteamericanos les encanta fomentar (y justificar) a través de sus películas, especialmente a cineastas como Michael Bay que han hecho sus carreras con filmes donde se destaca siempre el heroísmo del soldado estadounidense. Incluso a veces me pregunto si el ejército le pasa algunas lucas por ahí…  

Recomendable para los que gustaron de la primera y segunda parte de la saga.

Por Juan Carlos Berner.

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