Las Cosas Como Son: El cine como invitación política

Pocas veces hablo del cine chileno lamentablemente no es santo de mi devoción, lo que no implica que no lo vea y valore sus esfuerzos y aciertos. Entre la creciente producción audiovisual de nuestro país hoy decidí rescatar una película que, si bien pertenece al año 2012, la actualidad de su reflexión no deja der ser contingente.

Esta película es la segunda cinta del director Fernando Lavanderos y ganadora de dos premios internacionales: uno por el Karlovy Vary International Film Festival como mejor cámara independiente y otro del Mar del Plata Film Festival 2012 por mejor película latinoamericana.

 
La cinta hace un retrato de la sociedad chilena, sobretodo de esa clase media acomodada que permea gran parte de la idiosincrasia chilena y hace un excelente trabajo al devolvernos la mirada objetando nuestra forma de ver y hacer las cosas.  Las Cosas Como Son, lo que hace es traducir la clásica idea de “The Chilean Way” a una reflexión más profunda donde el estilo de hacer las cosas no es más que una extensión de una forma de ser y pensar del chileno promedio.

 El argumento es simple pero bien desarrollado, una joven noruega – Sanna – llega a vivir a la casa / hostal de Jerónimo, un joven chileno que heredó una casa gigante en los limites de Ñuñoa y Providencia y que dedica gran parte de su vida a mantener y arreglar este tesoro sin demostrar ningún tipo de afecto o agradecimiento por ella, sino más bien es un personaje arisco y desagradable con él mismo y con  la gente que le arrienda sus espacios, quienes son principalmente extranjeros lo que inevitablemente hace destacar lo sombría actitud de vida del protagonista versus la típica ingenuidad y optimismo de quienes visitan nuestro país de manera transitoria y no definitiva.

 Sanna, quien es actriz y comienza a dar clases de teatro a niños en riesgo social en una escuela de Quilicura, llama la atención de Jerónimo quien nos deja ver toda su oscuridad cuando comienza a entrar a escondidas a la habitación de la chica, curioseando en sus pertenencias: sus fotos, ropa y diarios de vida donde  Jerónimo demuestra ser un psicópata por excelencia lo que hace que la película logre otro nivel en términos de guion, presentando una historia de ficción de una manera tan realista que te das cuenta de que no hay exageración en su representación, una fortaleza que permite que nos distanciemos de la clásica historia de amor para centrarnos en el verdadero conflicto y móviles de sus personajes.

La temática logra instalarse de manera poderosa, al carecer la cinta de grandes efectos y priorizar por la cámara en mano y una fotografía cálida y pulcra recordándonos de manera indirecta a la estructura de la casa que Jerónimo posee; una mezcla entre majestuosidad y decadencia, las tensiones culturales entre sus protagonistas van tejiendo una reflexión en torno a cómo nos ven desde afuera otros países versus lo que somos, con una ironía sutil se nos recuerda a través de la historia de la accidentada llegada de la Fuente Alemana nuestro país  o las inacabadas esculturas de los presidentes de Chile en el Parque Almagro, se hace hincapié en la inclinación que Chile tiene de imitar ideas extranjeras pero realizándolas siempre a medias y terminadas al estilo chileno, una metáfora de nuestra propia colonización cultural.

Finalmente, la reflexión más fuerte de esta película se da en torno a las limitaciones sociales. Sanna tratando de proteger a  “Milton” un joven proveniente de una población; quien además no fue interpretado por un actor sino que se buscó a un chico con el mismo origen social, al que se dirigió muy poco y se le pidió que actuara como él mismo, logró hacer una representación real y justa de una clase social silenciada e invisibilizada, el drama de una ayuda que a los ojos de Jerónimo parece inútil aporta carácter a la cinta, el protagonista dice todo aquello que gran parte de la sociedad piensa pero no dice, en Jerónimo se reflejan las mismas trabas, excusas y temores para no ayudar e involucrarnos en la construcción de una sociedad mejor, sin embargo es en este punto donde el protagonista vive una de sus transformaciones más evidentes y aunque no es una cinta con un grito de rebeldía, si es una invitación abierta  a que consideraremos la posibilidad de  involucrarnos un poco más en  la construcción de nuestra propia realidad y por este espíritu es que recomiendo visionarla.

Por Camila Aguilera

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