“How I Met Your Mother”: Todos somos Ted Mosby

 “How I Met Your Mother”: Todos somos Ted Mosby

Después de nueve años en pantalla al fin el protagonista de “How I Met Your Mother” conocerá a la madre de sus futuros hijos, en la despedida de la que podría ser la mejor comedia romántica de la década.

La clásica formula de todas las comedias románticas “Chico conoce chica – Chico pierde chica – Chico recupera chica”, podría reemplazarse con una del tipo “Chico conoce chica – Chico pasa nueve años tratando de conquistarla pero ella se enamora de su mejor amigo – Chico conoce al amor de su vida en el matrimonio de esa chica – Chico le cuenta toda la historia a sus hijos del futuro”. Ese es el resumen de lo que ha sucedido durante las nueve temporadas de “How I Met Your Mother” que llegan a su fin este 31 de marzo.

Lo que algunos llamaron la serie “heredera de Friends” tiene varios elementos que la hacen ser mucho más que eso. Lo primero es su arriesgado planteamiento ocurrido durante el primer capítulo. Su protagonista, Ted Mosby, comienza diciendo a sus aburridos hijos que les contará la historia de cómo conoció a su madre. Luego vemos al Ted del pasado encontrándose con Robin y enamorándose perdidamente de ella. Después de varias peripecias parece que ella le dará la oportunidad de comenzar algo. Al final del primer episodio escuchamos al Ted del futuro diciendo “y así fue cómo conocí a… su tía Robin”.

El misterio de quién entonces sería la verdadera madre y por qué esa pareja, que parecía tener todo el futuro por delante, terminaría separada, fue el punto de partida de la serie. Eso y los continuos juegos temporales (flashbacks y flashforwards) que permitieron que el puzle se fuera armando y desarmando continuamente.

Pero el misterio de “la madre” no es lo esencial, el verdadero corazón de la serie está en la entrañable amistad entre los cinco protagonistas. Así es como aparece una de las parejas más adorables de la televisión, conformada por Lily y Marshall, los eternos amigos de Ted y su modelo a seguir. Ambos son la epítome de lo que una pareja puede llegar a ser: amigos, amantes y antagonistas. Por supuesto también está Barney, el soltero empedernido que se roba la serie con sus innumerables e hilarantes estrategias para conquistar mujeres. Y Robin el objeto de deseo, una mujer emocionalmente inaccesible que no quiere ninguna relación seria.

Así, año tras año, los conocimos mejor. Supimos que Robin era una ex niña estrella de Canadá (“Robin Sparkles”) famosa por su hit “Let’s Go To The Mall”; Barney había sido un hippie que odiaba los trajes; Lily tenía una secreta adicción: era compradora compulsiva (“shopaholic”); Marshall tenía una banda de Funk (“The Funk, The Whole Funk and Nothing But The Funk”) y que el mejor amigo de Ted en su infancia era un globo.

Sin embargo, a lo largo de las temporadas todos los personajes evolucionaron, excepto Ted. Marshall y Lily se casaron y tuvieron un hijo. Robin supo que nunca podría ser madre y aceptó que quería comprometerse realmente con alguien. Por su parte Barney se enamoró e intentó ser monógamo, y ambos finalmente decidieron casarse. Nuestro héroe sin embargo, tropezó en cada uno de sus intentos por consolidar una relación. Lo plantaron en el altar, se enamoró de una mujer casada, se robó una novia a punto de casarse, comenzó a salir con una psicópata y tras nueve años terminó siempre en el punto de partida: solo.

Hay consenso general en que las dos últimas temporadas de la serie son las menos divertidas e incluso un poco sombrías. Y es que es difícil hacer comedia con un personaje cada vez más deprimido por su situación: ya pasa los 35 y aunque constantemente dice que está listo para formar una familia, sigue solo y recordando a la persona que creía era el amor de su vida y perdió.

Por eso, lo único que salva a “How I Met Your Mother” a estas alturas, es que como espectadores sabemos que Ted logrará su objetivo: conocerá a la mujer de su vida, tendrá hijos y será feliz. Me parece que esa situación es lo que hace que sea un personaje querible, pues encarna la ilusión del espectador. Nadie sabe cuando conocerá a la persona adecuada y cuando el futuro delineado en la cabeza se volverá una realidad. Nadie sabe que coincidencia te llevará al encuentro final que siempre esperaste ni tampoco cómo será aquella escena en que decidas que has conocido a la persona ideal.

Ted tampoco, y por eso ahora que nosotros si sabemos que paradójicamente su “verdadero amor” es la cantante de la boda a la que tanto dolor le produce asistir, y está tan cerca de lograr su deseo, lo acompañamos en esta última aventura. Esta información es lo que ha elevado la atención (y los ratings) porque ahora que ya conocemos el rostro, el humor, las torpezas y el encanto de esa mujer (probablemente el mejor acierto de casting y lo mejor de la temporada) sólo nos falta una pieza para completar el puzle.

En ese sentido “la madre” ha sido sólo el McGuffin (excusa) para presentar la verdadera filosofía de la serie: todas las grandes historias son una simple suma de pequeñas otras historias, que te han hecho avanzar desde un punto A hasta un punto B. La historia de cómo conoció a su futura esposa, está relacionada con la de cómo Barney y Robin decidieron casarse y ésa con la historia de cómo Barney terminó con su ex novia, y aquella con la de cómo Lily decidió boicotear la relación entre ellos y así hasta el punto primero en que él conoció a Robín hace nueve años.

Finalmente con sólo un capítulo pendiente, en la red se ha debatido intensamente si aquellas pistas entregadas en los últimos capítulos significan que no sólo veremos el principio del amor entre Ted y la madre, sino también su final. Según algunos “conspiranoicos”, ella estaría enferma, y posiblemente muerta, cuando en el futuro Ted comienza el relato a sus hijos.

Independiente de este supuesto último giro, durante toda la serie la lógica del narrador ha sido mostrar que finalmente todo es para mejor y entregar pequeñas moralejas de los momentos tristes y felices. Por eso quiero creer que después de nueve temporadas de risas en el bar, números musicales, locas teorías del código de hermanos (“The Bro’ Code”)”, frases pegajosas, intervenciones, desencuentros románticos y “legendarias” cachetadas, al igual que Ted, encontraremos nuestro final feliz.

©Aldo Vidal

 

 

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2 Comments

  • excelente critica refleja exactamente por todo lo que hemos pasado en estos años y lo que esperamos que nos suceda un final feliz con la persona indicada. hmym lejos la mejor serie del momento, con la mezcla de elementos justos que hicieron nos cautiváramos con la historia de nuestro querido Ted y pudiéramos disfrutar de sus historias, todo esto la hizo el éxito del momento!!

  • Ooohhh, me hizo tanto pensar esta critica, soy una fiel seguidora de la serie, la conocí antes de que apareciera en Chile incluso…. y es tan cierto lo que dices, al final todo tiene ke ver con un puzle perfecto que conforma nuestra vida, para lograr encontrar a la persona correcta… la que tiene un proyecto en común y tantas otras cosas que convergen con el tiempo…
    finalmente me quedo con la frase final …”al igual que Ted todos encontraremos nuestro final feliz”
    😀

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