Fuimos a la Comic Con Chile. Entérate de cómo estuvo esta gran reunión de fans!!!

Informe de “El genial Felipe Tapia” desde la Comic Con Chile.

El cine y el comic más de alguna vez se han aliado, a veces uno apoyándose en el éxito del otro, a veces viceversa. Los hijos híbridos han nacido durante décadas con variopintos niveles de calidad y semejanza con el original, y es que las adaptaciones no son cosa fácil. Si queda muy distinto al original, como Dragonball Evolution, la lapidación ñoña no se hace esperar. Si queda muy parecido, como Speed Racer, Dick Tracy o la surrealista Popeye con Robin Williams, la prueba de que igualdad visual no es lo mismo que fidelidad habla por sí misma. 

Y si es difícil contentar a un público, lo es mucho más contentar a un público fragmentado entre fanáticos ortodoxos y público “normal” (Para que nadie se sienta ofendido, puse normal entre comillas, pues me considero del primer grupo, a mucha honra). Es difícil contentar a todos. Si se trata de atender a las necesidades del mercado, los fans del comic se han visto decepcionados en la mayoría de las adaptaciones cinematográficas, pues como audiencia son una minoría. Y si Bane era un simio sin cerebro en Batman y Robin o Iron Man pelea con Árabes en lugar de Vietnamitas, es para complacer a un público con el que no todos se sienten representados. Dentro de este contexto es que ha tenido lugar la Comicon este fin de semana en estación Mapocho.

Seamos justos. Es verdad que ha habido tropiezos mayúsculos, como la falsa conexión con el evento norteamericano homónimo, el infundado rumor de que Leonard Nimoy vendría, la ilusión frustrada de ver la premiere de X-Men First Class (Para muchos la única justificación del alto precio de la entrada) o la poca presencia de figuras representativas del noveno arte, a diferencia de eventos pasados como la exposición del 99 en el centro de extensión, con figurones como Eduardo Barreto, Hervi, Jimmy Scott, Fontanarrosa o Rius; o la Expocomics del 2000, donde esta mugrienta franja de tierra al sur del mundo fue bendecida por las sacras pisadas de Alan Grant (Y si no sabes quién es Alan Grant, favor de enviar su dirección a cinetvymas.cl para que yo pueda ir personalmente a su casa a golpearlo).  Pero claro, no todos son unos carcamales cuyo carné ha caído como su seguro servidor, y la última década ha parido a muchos jóvenes ilustradores y narradores gráficos (Hay que hacer la distinción, sorry) que merecen su espacio. Pero no olvidemos a las leyendas. Nadie está pidiendo a Stan Lee, pero creo que la organización pudo haber sido mejor.

Álvaro Arce, creador chileno de Scooby Doo, y Felipe Tapia, creador chileno de…este… ¿La versión cantada con flatos de el himno de Francia?

No vamos a negar que existe una fuerte convergencia de medios que implica la constante cruza entre comics, televisión, videojuegos, rol, literatura popular, etc.  Y no todas las adaptaciones han sido bazofia, le tinimo Walking Dead, The Dark Knight, Ghost World, American Splendor, etc. Pero a mi juicio el punto flaco de esta Comicon fue la excesiva tribuna a las series de televisión y cultura ñoña en general, que me encanta, pero la poca presencia de cómic fue notoria. Vivimos en una era de Kidults, donde los 30 son los nuevos 20 (Amo esa frase), y el adulto joven prioriza sus intereses y esparcimiento frente a los dictámenes anteriores, como sentar cabeza, ponerse corbata y multiplicarse. Así, sin asco, vemos a hombres hechos y derechos jugar Playstation, pagar ingentes sumas por figuritas (Y si alguien les dice juguetes, me enojo) o saberse de memoria los nombres de los guionistas y dibujantes de los comics y pelear en Internet para ver quién es mejor. En fin, todo lo que contribuya a ahuyentar a las mujeres. Pero solo unos pocos osados se atreven a pasearse por ahí con un disfraz de Wolverine o Aquaman, sin tener el físico apropiado para las lycras.

Soy partidario de apoyar a todo lo que contribuya a sacar adelante al pujante medio que es el cómic, en un país donde si ya es difícil ser músico o escritor, ser dibujante de comics es una encrucijada que hace que me quite el sombrero ante quienes toman la decisión de considerarlo una opción laboral. Porque si a un padre su hijo le dice que quiere ser músico, bueno, se espantará, pero al menos su querubín va a ser cool y tendrá groupies. El dibujante además de morirse de hambre pecuniaria sufrirá de abstinencia de la otra. Pero no nos engañemos. Esta caricatura que describo se ha ido diseminando en la actualidad, donde los progresos en aceptación social han sido notables. Pero por muy partidario que sea de estas iniciativas, creo que el dicho “La intención es lo que vale” tiende a fomentar la mediocridad. Creo que si queremos homenajear al cómic y darle el respeto que se merece, hay que darle el espacio debido en estos eventos. O seguiremos quejándonos de las mediocres adaptaciones donde el traje de Daredevil no es idéntico al del cómic.

Yo: Al cabo que no me importa ¿Pa qué quiero juguetes de cabro chico? The Real Yo: ¡Quiero tenerlos, la envidia me corroe!

El evento sí les dio cabida a los dibujantes de la nueva generación, como Christiano, el piérdeteuna Fyto Manga y los artistas de editoriales como Mythica Ediciones, responsables de la famosa “Zombies en La Moneda”.  Y claro, sumándose al entusiasmo estuvieron los grupos de fans, de esos que me hacen sentir menos ñoño, de las series Crepúsculo, House, Supernatural, Glee (¿Hay grupo de fans de Glee y no de Lost? Válgame), Transformers, Espartaco o de Fan Solo, seguidores de Star Wars, o la Sociedad Tolkien Chile.  También nos honraron con su presencia las consolas de videojuegos, expositores de bellísimas colecciones de figuras (¡No juguetes!), stands que promocionaban las películas de X-Men First Class y Linterna Verde (Los fans no soy muy brillantes, pagan entradas para poder ver publicidad), todo ello animado por el sobreexpuesto y piérdeteuna Capitán Memo.

De los dibujantes de la vieja escuela solo vimos a Álvaro Arce, el creador chileno de Scooby Doo (¡Es chileno, como Tom Araya o El Guatón de Lost!), que anunció que pronto haría una academia para las nuevas generaciones de dibujantes y admiradores. No se pierda la entrevista que le hicimos a la misma hora, en este mismo canal, bah…página web.

Estuvieron presentes grupos de modelismo como Creafixión, exhibiendo taquilleras maquetas de Star wars, Star Trek, Macross, Terminator, o coleccionistas como Customs Chile o Comics Force pavoneándose cual Quico con suculentas figuras del Capitán Futuro, Tortugas Ninja, El Gladiador, frente a la envidiosa mirada de un Chavo interpretado por este pechito. Por supuesto, estuvieron presentes las tiendas de cómics que, gracias al cielo, se han ido multiplicando, amenazando al usurero monopolio de La Comiquería, y aprovechando las oportunidades que ofrecen las tiendas virtuales. Algunos ejemplos son Shazam Comics, tienda de ñoños y para ñoños, o Bazingacomics.cl, diestros en el negocio de encargo de rarezas a precios convenientes, ideal para coleccionistas y snobs o hipsters de la narración gráfica.

Tus pañales ensuciar tú no debes, o cambiarte en el baño de Estación Mapocho yo tendré que.

Lamentablemente y de nuevo por problemas de organización, la película La Comiquería, documental de la Historia del Comic chileno, planeado para el sábado a las 15:00, se aplazó primero para las 16:00 y luego para el día siguiente. Sin ánimo de ser destructivo y vomitar críticas desde la comodidad de mi PC,  para la próxima, si a la ecuación le agregamos organización al entusiasmo, todo será mejor y estos eventos podrán repetirse, y todos contentos. 

También pudimos ver pasearse por ahí a John Stewart, el Linterna verde de color (No le digo negro porque la única razón para crear al personaje fue incorporar una cuota racial), el doble de Mujer Maravilla, unos personajes de Star Wars menores de 7 años que habrían inspirado ternura hasta en Doomsday, un Philip J. Fry que tuvo que soportar improperios como “¡Degenerado, te metiste con tu abuela!”, unas lindas Super Girl, Tormenta y Gatúbela, Un Dr. Doom de una estatura que deja en evidencia por qué Los Cuatro Fantásticos lo han derrotado desde el 61, y muchos valientes más decididos a representar a sus queridos personajes.

No quiero que parezca que esto es un berrinche o una vomitada de ñoño insatisfecho porque no pudo conocer a Megan Fox. A modo de ejemplo, cuando pasaron unos años después de la dictadura, muchos se quejaban de que nada había cambiado, de que todo seguía igual. La mayoría jóvenes sin muchos recuerdos. Pero los quisiera ver hace 30 años. Con el cómic es lo mismo. Antes, esta clase de eventos eran un lujo. Ahora ser fan de una serie, un juego o un cómic es tan normal como ser melómano o futbolero, aún si ya te salieron pelitos en el pirulín. Pero tenemos referentes antes mencionados de que las convenciones en Chile pueden ser mejores, y si bien es una oportunidad para que editoriales, comiquerías y franquicias se hagan publicidad, y comprar golosinas, no puede ser todo. Tenemos la vara alta, en este país hay mucha gente que ama el cómic. Y ahora contamos con el apoyo de los fans de series, películas, juegos y maquetas. Salgamos, metámonos en la cabina telefónica más cercana (¿Cómo, ya no hay? Cierto, los celulares), pongámonos los calzoncillos encima de los pantalones, y salgamos a luchar por la verdad, la justicia y una convención de fanáticos como Dios manda. O como Kami Sama, La Fuerza, Ilúvatar, bueno, ustedes me entienden.

Por “El genial Felipe Tapia”

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2 Comments

  • Y de comic nada

  • Una mierda la comic con chile, una pena que esos chantas hayan registrado la marca en chile para hacer esa mugre de evento.

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