Crítica de cine: “El vuelo”

el vuelo“El vuelo” (“Fligth”), es una de las pocas  películas de Robert Zemeckis que se aleja de ese tono más familiar al que nos tiene acostumbrados (“Volver al Futuro”, “El expreso polar”) y se adentra en un estilo más cercano al del indie norteamericano, no solo por ser la historia de un héroe caído, sino también en el tratamiento de la cámara que usa esta vez, menos perfecta, más realista, con planos a pulso a veces, que sumergen al espectador en la trama desde el comienzo.

“El vuelo”, es la historia de Whip Whitaker (Denzel Washington), un piloto de avión alcohólico, drogadicto e irresponsable, que no se lleva bien con su ex esposa ni su hijo, al que le toca hacer un viaje de rutina. Mientras el vuelo está en piloto automático y Whitaker duerme, el avión sufre un desperfecto y empieza a caer a tierra. Con la catástrofe inminente, Whitaker decide hacer una maniobra imposible y salva con vida a la mayoría de los pasajeros. Sin embargo, mientras los medios muestran a este piloto como un héroe, durante la investigación comienza a salir a flote la vida cargada de excesos de Whitaker y su posible responsabilidad en el accidente.

Los primeros 30 minutos de esta película son absolutamente intensos, y el accidente aéreo está logrado con un realismo impresionante, sin caer en efectismos o sobre actuaciones. Probablemente esta sea la escena de accidente aéreo mejor lograda del cine. Esto es una mezcla de méritos entre la dirección de Zemeckis, que privilegia las actuaciones por sobre los efectos especiales, y el soberbio trabajo de Denzel Washington, sobre quien recae el peso dramático de la escena por completo.

A partir de ahí sin embargo, comienza otra película, mucho más irregular en su andar, larga incluso, donde vemos  a un protagonista por el cual es muy difícil sentir empatía (lo cual en este caso está bien), pues Washington logra a la perfección un personaje odioso, no un ídolo con pies de barro, sino un hombre con barro hasta el cuello, al que se le dan más oportunidades que al hombre promedio, mientras él las desperdicia una y otra vez. Aquí es donde finalmente reside la trama de la película, la de un hombre que no es capaz de enfrentarse a sus adicciones, que no es capaz de ser honesto consigo mismo, y mucho menos con los demás. Whitaker representa a un tipo con los problemas de cualquiera, no un hombre cuyas adicciones son el resultado de una vida de sufrimientos; es básicamente un cobarde que no tiene la menor intención de luchar contra sus problemas.

El guión tiene además, algunas falencias al no desarrollar los personajes secundarios. Por ejemplo, la nueva “novia” de Whitaker, Nicole (Kelly Reilly), es una drogadicta que se cura de su adicción demasiado fácil, para lo que se supone implica superar una adicción. Lo mismo pasa con el mejor amigo del protagonista (el siempre correcto Bruce Greenwood) y su abogado, este último interpretado por Don Cheadle; no se profundiza en la personalidad de ninguno de ellos en las más de 2 horas que dura la película. En “El vuelo”, parece que el único personaje importante es Whitaker. Sin embargo esta absoluta dependencia del personaje principal, se compensa con la impresionante actuación de Washington, quien podría ganar su tercer Oscar por este papel.

La película transcurre así, desde un inicio espectacular, y un desarrollo con algunos altibajos, hasta un final un poco incoherente, en el cual Zemeckis vuelve a su esencia hollywoodense y descoloca al espectador. Aquí es donde se extraña el desparpajo de Tarantino o el atrevimiento de Cronemberg. Sin embargo, estos últimos aspectos no hacen que la película sea mala en absoluto. Solo le quitan las piezas que faltan para que sea una obra maestra y sea simplemente una buena película. Aún así, por la excelente actuación de Denzel Washington y la escena del accidente, esta es una película que vale la pena ir a ver.

(c) Por Juan Carlos Berner

En Twitter: @jcbernerl

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