Crítica a “Good Omens”: Como deben hacerse las series.

 Crítica a “Good Omens”: Como deben hacerse las series.

El mercado de ficción televisiva está atravesando por uno de sus mejores momentos, al menos en lo que a cantidad se refiere. Pero así como un gran poder conlleva a una gran responsabilidad, un incremento en las series conlleva a una escasez de creatividad. Lo que obliga muchas veces a los guionistas a escarbar en libros, comics y series antiguas para adaptar y satisfacer el paladar de sus demandantes auditores. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, cuando una serie cosecha algo de éxito, los productores tienden a hacer lo que cualquiera con cero respeto por la obra haría: alargar la historia. Pasó con “The Walking Dead”, con “The Man in The Highcastle”, y con la mayoría de las series que adaptan una novela. Claro, en el primer caso de los comics es más fácil. Pero cuando quieres adaptar un libro forzosamente tendrás que inventar subtramas de relleno, personajes de relleno, conflictos de relleno, todo de relleno. Y si no le achuntas, debes prepararte para lo peor.

Solo piensen en lo que pasó con “Preacher”. Seth Rogen pecó de soberbio, y seguro del éxito de su adaptación, la primera temporada abarca los tres primeros números del comic en diez episodios. Hoy, ad portas de la cuarta temporada, la serie tiene el desafío de cerrar para siempre cuando no lleva ni la mitad del comic. Todo por su soberbia. Con “American Gods” está pasando algo similar. A mi juicio la segunda temporada tuvo demasiado relleno que no aparece en la obra original, solo con el propósito de alargarla. Afortunadamente, “Good Omens” no cayó en la tentación, si me permiten la referencia bíblica.

Basada en una novela de Neil Gaiman y Terry Pratchett, cuenta la historia de Azirafel (Michael Sheen), un ángel; y Crowley (David Tennant, el Décimo Doctor), un demonio. Ambos trabajan para sus respectivos distritos sobrenaturales, pero también tienen intereses y agendas propias. La inminente llegada del Anticristo obligará a los dos protagonistas a replantearse sus lealtades y decidir si quieren seguir el gran plan del jefazo o dejar todo tal cual. A lo largo de la historia irán apareciendo todo tipo de personajes extravagantes: perros infernales que no asustan ni a un gato, un cazador de brujas gagá, una bruja que sigue el libro de unas profecías, un anticristo malcriado, monjas satánicas, una espiritista prostituta, un vigilante del vecindario, cuatro jinetes para nada convencionales, etc. El universo de la historia recuerda a ratos al de “Preacher” o “Hellblazer”, en donde el cielo y el infierno son aparatos burocráticos regidos por tecnócratas en ambos bandos, pero que a la larga se necesitan mutuamente, como el sector oficialista y la oposición.

El tono de la serie es humorístico, bien inglés, de hecho arranca con la idea cristiana fundamentalista de que el mundo tiene en realidad 6.000 años y que los dinosaurios son falsos (Algo como el terraplanismo, muy ridiculizado en Gringolandia). El humor es negro pero no alcanza a ser políticamente incorrecto, supongo que Gaiman no quería irse por ese lado. Aunque pensándolo mejor, ese nunca ha sido su estilo, y está bien. Pese a toda la pachotada y el absurdo, eso no quita que existan reflexiones implícitas respecto al libre albedrío, la capacidad para oponerte a tu destino, la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y que al final del día, serás juzgado por tus acciones, no por quién eres o de dónde vienes.

Una entretenida historia de tan solo seis capítulos, y que de haberse alargado por culpa de un productor glotón y avaro, pudo terminar en desastre, pero afortunadamente no fue así. No es una historia fenomenal ni te hará repensar todas tus nociones de bien y mal. Tampoco es una sátira aguda al conservadurismo religioso, pero es una buena historia bien contada. Quizá, en donde más se cae es en los efectos especiales, pues hay mucho CGI cuya calidad está por debajo de “Pulentos”, como la escena en la que aparece el sabueso infernal, o los extraterrestres. Pero bueno, nada es perfecto, ni siquiera yo.

Solo espero de corazón que “Good Omens” siente un precedente respecto a las adaptaciones televisivas, y que en el futuro salgan más de estas historias autoconclusivas en una temporada de pocos episodios (Algo similar pasó con “El Fin de la Infancia”). Ojo, que con esto no quiero decir que corto equivale inmediatamente a algo bueno, porque puedes arruinarlo igual. No es la única condición, pero es una importante. A veces, alargar una historia ad infinitum y llenarla de relleno puede causar más mal que bien, tanto en lo comercial como en la calidad de la obra misma. Para que no tengamos otra “The Walking Dead”, apoyemos los productos como esta simpática serie de Netflix.

Por Felipe Tapia, el crítico con el que los invitados a la ComiCon quieren sacarse una foto.

Cine

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2 Comments

  • vi la serie y la encontré bastante interesante, me gusto la trama de la serie es mas me dio curiosidad por leer el libro y tener un punto de vista y poder comprar libro v/s adaptación Tv.

  • Que no es de Netflix!!!

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