Comentario cine: “REC 3”

Cuando uno sale del cine preguntándose ¿esto era una película de terror o una comedia?  Y la respuesta, sea cual sea, parece ofender a ambos géneros, es que estamos frente a un hibrido tan confuso como prescindible.

Y es que el regreso de la franquicia más exitosa del cine español, que después de dos entregas logró que Hollywood hiciera remakes que copiaban a la pata el original hispano, abandona su origen y se embarca en un chapucero viaje que no cuaja por ningún lado.

Porque si lo más reconocible de la saga de “REC” era su estilo visual (cámara en mano estilo falso documental) la tercera entrega a poco andar parece comunicar que la formula está agotada y que casi nada queda del ingenio del comienzo.

En la “génesis” el director Paco Plaza, separado de Jaume Balagueró, su partner en las dos anteriores, decide renunciar a todos los elementos de identidad que habían construido anteriormente y entregarse a un “terror” destartalado y básico, que intenta sacar a flote una historia vacía a punta de sangre y chistes pop.

Lo cierto es que lo más interesante de “Rec 3” ocurre al principio, precisamente cuando no ha desatado el ridículo paroxismo de sangre y vértebras en el que luego caerá.

Todo comienza con el matrimonio de Koldo (Diego Martín) y Clara (Leticia Dolera) y esta es la primera promesa incumplida, porque el preparativo anuncia una tensión que jamás llegará a desarrollarse. El día está espléndido, el escenario es pomposo y bellamente decorado, los novios están radiantes, la familia orgullosa, los amigos bromeando. Una postal de final feliz que sabemos se derrumbará en cualquier momento.  Y esa espera es el mayor logro de la película, la incógnita de saber cómo la mejor fiesta de sus vidas terminará en un desastre.

Así en medio del convite, los novios ven como algunos de los invitados empiezan a comportarse de forma rara y a atacar a otras personas, que rápidamente se infectan y empiezan a hacer lo mismo. La fiesta da pasó, en un abrir y cerrar de ojos, a un infierno zombie en el que los protagonistas terminan separados y no dispuestos a escapar el uno sin el otro. Sin embargo más allá de este dato, no sabemos absolutamente nada de la pareja, por lo que todo resulta forzado y gratuito. La novia, por ejemplo, que se presenta frágil y tímida, termina como una heroína de acción tipo Lara Croft (con motosierra incluida).  El resto de los personajes no alcanza a esbozar ni un rasgo interesante y por lo tanto se vuelven tan desechables que es fácil adivinar que no terminaran vivos el metraje.

Pero lo kitch tampoco logra tomarse la pantalla, incluso con “Gavilán o paloma”, sonando en dos momentos clave. Allí donde Alex de la Iglesia, con su acido humor, hubiera hecho una fiesta (toda tu parentela convertida en zombies tratando de comerte el cerebro) la película se toma en serio a sí misma, y contraataca con un latoso discurso cristiano-evangélico (“solo la palabra del Señor nos podrá ayudar”)

Y cuando ya parece que todas las cartas están sobre la mesa, una nueva decepción nos embarga.  La “génesis” prometida no es tal y esta historia no viene a llenar los espacios vacíos que dejaron las otras. La historia no es anterior si no paralela y por lo tanto, la cuarta entrega (“Rec 4: Apocalipsis”) será la encargada de cerrar los flancos abiertos.

Así ni sátira ni comedia, ni terror ni suspenso, “Rec 3” ofrece un compendio de sketch, mucha sangre, un ritmo delirante y muy poco de novedad, mientras esperamos el cierre definitivo (¿?) de una historia que hace 5 años sorprendió por su riesgo y frescura, y de la que hoy parecen quedar solo unas cuentas vísceras.

©Por Aldo Vidal

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